Cuando se descompone el mecanismo que inyecta pesos en la economía, sufre el nivel de actividad. Con menos plata en la calle y menos crédito de los bancos, la economía se seca y entra en recesión. Para que el mecanismo funcione aceitadamente, el Banco Central tiene que emitir pesos sin provocar alta inflación y el sistema bancario tiene que multiplicar estos pesos a través del crédito. La emisión de pesos más genuina para reactivar es la que realiza el BCRA comprando dólares en el mercado cambiario. En los últimos seis años, el BCRA emitió pesos comprando el superávit comercial. Resulta muy difícil hacer funcionar el mecanismo monetario sin comprar dólares, con instrumentos alternativos.
Por ejemplo, en la recesión de 1995 el mecanismo de inyección de pesos voló por los aires. Se produjo una corrida bancaria fulminante y una contracción crediticia asfixiante, el consumo se redujo 6%. El mecanismo de inyección monetaria se destartaló por completo pero se arregló rápido. Hacia mediados de 1995 los depósitos empezaron a volver y hacia fin de año había retornado todo lo que se había ido. De todas maneras, la salida del nivel de actividad fue un parto. En la recesión de 1999, la avería fue menos fulminante que en el tequila pero terminó siendo más permanente. La seca de pesos no sólo abarcó 1999 sino que siguió en 2000. Como consecuencia, el nivel de actividad cayó fuerte en 1999 y no levantó cabeza en 2000.
La recesión de 2009 no es la excepción a la regla: a menor cantidad de pesos, menor actividad. La desmonetización real (contando la inflación) es parecida a 1995. En el balance final de 2008, el BCRA terminó vendiendo dólares “por culpa” de la fuga de capitales. En 2009, mermó la fuga pero están cayendo muy fuerte las exportaciones. El BCRA compra dólares a cuentagotas. La seca monetaria de 2008 es causa básica de la recesión de 2009. Si la seca sigue en todo 2009, ¿qué puede esperarse del nivel de actividad en 2010? Si este año el BCRA no reestablece la liquidez, será muy difícil que el nivel de actividad repunte rápido y fuerte. Pero para eso falta; 2010 es larguísimo plazo.
¿De qué depende esencialmente que el BCRA vuelva a comprar dólares fluidamente? Que el contexto internacional mejore y suban los precios internacionales, que la cosecha 2009 / 2010 sea mucho mayor que la de esta campaña, que la fuga de capitales se ubique en magnitudes relativamente bajas, que la política económica deje de castigar la exportación de alimentos. Son todos factores entrelazados por un denominador común: el futuro del sector agropecuario. El campo fue y sigue siendo una variable macroeconómica fundamental. Como es por lejos el principal generador de divisas, es una pieza central para que el BCRA compre dólares. Sin el boom del campo, el PBI no hubiera crecido 9% anual. El valor de la producción del agro es piedra angular de la economía en 2009 – 2010.
La liquidez de la economía está en jaque. Hay cierta dosis de mala suerte porque cayeron los precios internacionales. Pero la economía está donde está porque la política económica la fue metiendo gradualmente en este brete. Entre 2003 y 2005 era un esquema de dólar alto, salarios bajos y superávit fiscal elevado que, con un mundo favorable, generó elevado ingreso de divisas y buena liquidez. En 2006 y 2007, el objetivo fue maximizar la masa salarial. El esquema fue dólar más bajo, salarios más altos y menor superávit fiscal. El muy favorable contexto internacional posibilitó que las exportaciones siguieran subiendo y que la fuga de capitales sea cero. En 2008 pasó a regir el modelo de alimentos baratos. La consigna básica es colmar de alimentos baratos el mercado interno para sostener el poder adquisitivo: que haya sobre – provisión de carne, lácteos, trigo, etc. aunque la exportación se extinga.
El modelo de alimentos baratos choca contra la exportación, la provisión de liquidez y por ende con el nivel de actividad. La magia en 2008 fue que saltaron los precios internacionales y eso tapó el conflicto. Pero a fin del año pasado empezaron a caer los precios internacionales y adicionalmente sobrevino una fuerte sequía que afectó la cosecha. En este contexto, se blanqueó el conflicto entre alimentos baratos, exportación y liquidez. Las trabas a la exportación para inundar el mercado interno muestran ahora su costado recesivo: sobra carne y leche en la micro del mostrador pero faltan pesos en la macro del bolsillo. La ventaja es que la producción de granos (principal exportación argentina) es de ciclo corto: si el gobierno cambia de política y los productores responden, en seis meses se puede barajar y dar de nuevo. Distinto es el caso de la carne y los lácteos, que son de ciclo más largo.
A casi un año del conflicto con el campo por la resolución 125 de retenciones móviles, vuelve a producirse otro pico de tensión. ¿En qué terminará el conflicto II? Hay una diferencia importante con respecto al conflicto del año pasado: se da con una economía en recesión y cerca de los comicios legislativos. Puede ser que en este marco, el oficialismo actúe con mayor cautela. Para los productores, la situación es más apremiante que hace un año atrás. La mayoría de las actividades están con rentabilidades marginales o negativas. La conjunción de menores rindes, menores precios internacionales, mayores costos y retenciones elevadas da como resultado un cuadro de rentabilidad negativo en el agro: este año la mayoría de los productores puede no ganar plata, incluso en el caso de la soja en los campos no de la zona núcleo más productiva. La macroeconomía y el nivel de actividad necesitan sí o sí que la cosecha del año que viene sea mucho mejor que la de este año. Con el modelo actual, esto puede no suceder aun si el clima ayuda y no hay sequía. Los costos están bajando pero no alcanza.
En el caso de la carne y la leche, la política del gobierno fue inundar el mercado interno para contener la inflación. En este contexto, el precio del kilo vivo de novillo en el mercado subió apenas 5% en los últimos dos años. La respuesta de los ganaderos terminó siendo un fenomenal proceso de liquidación de animales livianos. Se mandó al mercado la mayor cantidad de cabezas posible. El ratio exportación / producción retrocedió a los valores de 2002. El resultado de la política ganadera oficial de inundar de carne el mercado interno a corto plazo afectó la producción a mediano plazo porque la liquidación de cabezas es fortísima. Si se liberara la exportación, está la chance de una recuperación porque el mercado externo da posibilidades. Pero el gobierno no lo hará porque subiría el precio interno que está pisado. El caso lácteo es más complicado: el mercado de exportación no está bien y aun subiendo el precio del litro de leche pagado al productor, la situación no cierra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario