jueves, 15 de enero de 2009

Las empresas estiman dar aumentos salariales de entre 15% y 18% este año

Aunque redujeron sus previsiones desde el promedio de 22% que presupuestaban en septiembre, la mayoría de las compañías mantiene la intención de mejorar los sueldos de supervisores, jefes y directivos. Los ajustes llegarían en marzo y abril. Será clave lo que firmen los sindicatos.


Pese a las dudas que despierta el impacto de la crisis económica internacional en el empleo, la mayoría de las grandes empresas proyecta aumentar el sueldo de sus ejecutivos entre 15% y 18% este año. Al menos esa es la situación actual, según le explicaron a iEco seis especialistas que se dedican a monitorear en forma constante las tendencias en recursos humanos.

Los expertos, que se refieren exclusivamente a las remuneraciones del personal que se encuentra “fuera de convenio” ­directores, gerentes, supervisores, jefes y empleados no sindicalizados­, opinan con más cautela que nunca. Dicen que las empresas ya revisaron los pronósticos que habían formulado entre septiembre y octubre (con una corrección a la baja de entre 4 y 8 puntos) y no descartan otra posible revisión, también hacia abajo, más cerca de marzo.

De todas formas, quienes sugieren los incrementos de sueldos que darán las empresas extranjeras observan que, en la mayoría de los casos, ya fueron aprobados por las casas matrices. Y, aunque el comando central (que está en Nueva York, Londres, Madrid o San Pablo) puede modificar sus pasos sobre la marcha de acuerdo a la gravedad de la crisis, cuando el directorio de una compañía da luz verde a un incremento salarial, es raro que retroceda.

Las empresas de capital nacional suelen tener más el ojo puesto en qué pasará con las negociaciones de los trabajadores sindicalizados. Son las que tienen a Hugo Moyano y al Gobierno como protagonistas donde se define la pauta salarial de la mayoría de los empleados con trabajo formal.

Igualmente, las firmas locales no pueden quedar muy desfasadas con respecto a sus pares extranjeras. En ese caso, correrían el riesgo de una fuga del personal clave hacia compañías dispuestas a pagar unos puntos más de aumento.

En un escenario que se presenta más imprevisible que nunca, hay proyecciones optimistas y otras desalentadoras. El consenso de los conocedores es que el 18% de incremento del que todavía se habla se mantiene en pie cuando se ven datos positivos como los de diciembre en consumo (el año pasado terminó con un crecimiento de casi 6% para ese rubro, que suele explicar dos tercios de la economía argentina), pero baja al 15% cuando se observa la caída de la producción fabril en alguna de las otras locomotoras locales, como autos.

“Si los aumentos de 2009 se definen de cara a lo que pasó en 2008, todo indica que habrá incrementos porque cerró bien para las empresas”, argumenta Florencia Deverill, senior manager de Remuneraciones de Hewitt Associates, que indagó en 35 compañías y comparte el consenso del 18% a la fecha.

“Hasta ahora, la situación de recesión se está dando en industria automotriz, sector financiero-bancario y construcción. Pero agroindustria sigue funcionando a niveles razonables, al igual que consumo masivo, tecnología, laboratorios y químicos”, aporta Ernesto Marzik, director de Human Capital de Ernst & Young, que le preguntó a 120 empresas cómo será el futuro de sus políticas salariales.

Despidos con aumentos Se habla mucho de combinaciones infrecuentes en los últimos cinco años. En algunos sectores, podrían convivir despidos con aumentos de sueldo para quienes conserven su trabajo. “Como definición genérica, las multinacionales son más propensas a reducir la nómina de empleados y aumentarles a los que quedan, mientras que las nacionales ­por su compromiso con el país, el poder político o el hecho de que los empleados conozcan a los dueños­ se inclinan más por conservar el trabajo existente y quizás aumentar menos los sueldos”, define Javier Tabakman, director de Capital Humano para Latinoamérica Sur de Mercer.

Aunque nadie preanuncia una crisis de las dimensiones de la de 2001/02, recuerdan que, en medio de la debacle, había empresas que les aumentaban a los ejecutivos que las mantenían a flote y sabían pilotear mejor la tormenta.

El temor es que la foto actual no anticipe cómo será la película cuando vayan cayendo las hojas del calendario. “En septiembre, las empresas contestaban que iban a dar aumentos del 23% al 25% y ahora prevemos que será del 15% al 18%”, especifica Marcela Angeli, directora de Capital Humano de Watson Wyatt.

La perspectiva de una menor inflación tuvo influencia en el cambio. Para este año, los economistas que suelen contratar las empresas preanunciaban dos dígitos (por arriba del 20%) y ahora están moderando esa visión. “Algunas empresas decidieron congelar decisiones sobre el tema salarial por tres meses, para no hacer algo apresurado”, asegura Luis Arispón, director de Servicios de Información Salarial para Sudamérica de Hay Group. De todos modos, el ejecutivo estima una mejora promedio del 17% para las posiciones más relevantes. “Las empresas no le dan ninguna seguridad al personal sobre el incremento. Las compañías que lo comunicaron fueron muy conservadoras, irán haciendo un tracking del negocio mes a mes”, añade.

Desacople local Una de las particularidades que presenta la Argentina y que la diferencia de otros países es que las empresas suelen dividir los incrementos salariales en dos (aunque hay casos de ajustes en tres y cuatro etapas). En el resto del mundo ­ principalmente Estados Unidos, la Unión Europea, los tigres asiáticos, pero también los vecinos Brasil y Chile­ se concede un sólo aumento, durante el primer cuatrimestre.

Tres de cada cuatro empresas locales que mejorarán los sueldos harán un primer retoque ­que se estima será el más sustancioso­ en ese lapso. Pero prevalece la idea de tratar de guardar algo más para el segundo semestre.

“Si se termina decidiendo un aumento del 15% al 16%, lo más probable es que el 10% se concrete en el primer cuatrimestre y el otro 5% a 6% se piense para la segunda mitad del año”, coinciden varios de los entrevistados.

De esa forma, se recompone una parte del poder adquisitivo perdido por la inflación de 2008 y, además, se ata la segunda parte del aumento al rumbo de la economía. Si los objetivos de ventas y rentabilidad se cumplen según lo presupuestado, darán ese segundo aumento, pero si el panorama se vuelve muy negro, la idea perderá fuerza.

Aunque cuesta encontrar un número irrefutable sobre cuál fue el porcentaje de ajuste que dieron las empresas en 2008 (algo tan complicado para cifrar como la inflación), se habla de entre 21% y 23%. “Se quedó corto con respecto a lo que subieron los precios”, entiende Marzik.

Varios años de inflación de dos dígitos, combinados con convenios colectivos que consiguieron incrementos más altos que el obtenido por quienes están fuera de esas normas provocaron el efecto de solapamiento: operarios de planta que terminaban ganando igual o más que sus supervisores.

A las dos categorías ­operarios y supervisores­ los alivianó la eliminación de la “tablita”, que provocaba distorsiones impositivas en los sueldos que van de $ 7.000 a $ 20.000.

En lo que no coinciden los especialistas es en la cantidad de empleados fuera de convenio que recibirán aumentos. “Empieza a escucharse más que las mejoras serán selectivas ­sólo para algunos que lo ameriten­ y menos masivas”, observa Marzik. “No creo, la mayoría de las empresas harán ajustes casi masivos. Quizás el segundo ajuste (en la segunda parte del año) sea algo más selectivo”, contrarresta Angeli.

“En los 90, las grandes compañías y las multis daban aumentos por mérito. Uno de los efectos de la alta inflación es que erosionó la meritocracia. Si, como se augura, la inflación es menor y hay un escenario recesivo en puerta, imagino que se volverá a una aplicación más selectiva. Si tengo un 15% para dar, le doy 10% a quienes más van a cuidar el negocio y 5% a los que se puede considerar menos decisivos”, grafica Tabakman.

Cambio de ecuación Los fabricantes de alimentos, artículos de primera necesidad o con actividades vinculadas al consumo masivo avizoran una desaceleración en las ventas, pero descartan un decrecimiento en sus volúmenes. Eso los pone mucho más cerca de aumentar sueldos que los fabricantes de bienes durables, como autos. Como las exportaciones parecen más amenazadas que el consumo doméstico, las compañías cuyo principal mercado es interno parecen contar con mejores herramientas para sobrellevar el momento.

Para quienes venden afuera, hay industrias que siguen teniendo ventajas competitivas, por acceso a materias primas, tipo de cambio (con el reciente corrimiento a $ 3,50 por dólar) y conocimiento del negocio, como los ligados al campo, laboratorios farmacéuticos y químicos. Son sectores en los que, incluso, se augura que habrá fusiones y adquisiciones.

En un contexto de empresas que se fortalecen en sus actividades, la política salarial debería estar en la misma línea. “Industria liviana también está funcionando bien, igual que tecnología (IT). Son sectores que están manteniéndose e incluso están sumando tareas de outsourcing”, define Marzik. “Ninguna empresa con futuro quiere perder frente a la referencia de su mercado”.

Pese a que el precio del barril se derrumbó, las petroleras están pensando en incrementos del 21% para el personal “fuera de convenio”.

La decisión fue tomada cuando el combustible tenía otro valor internacional. “En petróleo, los sueldos siguen estando un 15% por encima del resto de las industrias. Eso no cambió por la crisis”, razona Deverill.

Las constructoras y sus vinculadas, como siderúrgicas, cementeras y maquinarias esperan la aplicación del plan de obras públicas prometido por el Gobierno.

En las consultoras suponen que se viene una disminución en capacitaciones, viajes, reemplazos de vacantes y creaciones de nuevas gerencias. La consigna será arreglarse con lo que hay.



Fuente: http://articulos.empleos.clarin.com/

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