Cuántas dudas sobrevuelan sobre 2009. El año que empezó será sensiblemente distinto a los cinco anteriores de alto crecimiento, inflación y dólar planchado que precedieron.
La combinación de decisiones políticas y económicas locales con el impacto de la crisis económica internacional en el precio de las commodities y el desempeño de la economía brasileña, puede hacer que Argentina cierre el año con un crecimiento leve o nulo o llevarla a padecer una caída del Producto Bruto Interno (PBI) del 2 por ciento.
A su vez, los menores ingresos externos por exportaciones condicionarán el consumo y la inversión, variables que también sufrirán una desaceleración. En tanto, la necesidad de fondos del Estado para cumplir con sus compromisos de deuda y la falta de financiamiento externo restará liquidez a los privados y, por lo tanto, su nivel de actividad.
El condicionante de las menores ventas externas
En este contexto, prácticamente la totalidad de los pronósticos de crecimiento son bajos, a pesar de terminar 2008 con un avance del PBI en torno al 6 por ciento.
“El arrastre estadístico de este año es nulo, porque los últimos meses del año fueron muy malos, aunque diciembre haya sido mejor de lo esperado”, dijo la directora del Estudio Bein, Marina Dal Poggetto.
Es que la caída de las exportaciones y la fuga de capitales marcarán la falta de crecimiento de este año. Porque el canal de transmisión de la crisis económica mundial a la Argentina es el comercial. De este modo, la caída de las ventas al exterior, tanto en precio como en cantidad, complicará el crecimiento económico argentino.
El economista jefe de la consultora Orlando Ferreres, Fausto Spotorno, prevé un escenario optimista de crecimiento del 2% y uno pesimista de una caída del 2%, que –coincidió con sus pares- dependerá de cómo las condiciones internacionales impacten en el precio de la soja y el trigo y de la situación económica de Brasil, que concentra el 30% de las ventas externas del país.
En tanto, el economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Fernando Navajas, espera una caída del PBI del 1,6%, por la desaceleración de la inversión y el consumo en respuesta a una caída de u$s10 mil millones de las exportaciones, que dependerán del precio de la soja y de la performance de la economía de Brasil a lo largo de este año.
En ello coincidió Spotorno. El gran impacto provendrá de la caída de las exportaciones por arriba del 25%; del consumo, que se desempeñará como lo haga el PBI, y de la inversión, que en el escenario optimista crecerá un 2,7% y en el pesimista caerá un 3 por ciento.
Navajas agregó que con una devaluación moderada habrá una contracción de la actividad para sostener el balance externo. Ante la menor entrada de divisas producto de las menores ventas externas, la producción también dependerá de cuánto se acelerará la fuga de capitales y de los efectos compensatorios de las medidas fiscales de consumo.
“En su conjunto, van a llevar a la economía a un terreno levemente negativo”, dijo.
En MyS Consultores, que dirigen los economistas Carlos Melconian y Rodolfo Santángelo, prevén un escenario optimista de crecimiento nulo y uno pesimista de caída del 2 por ciento.
Claudio Mauro, economista de la consultora, señaló que, de cara a 2008, “el programa necesitaba ajustes que no se hicieron” para evitar el freno del crecimiento.
La salida de capitales puede volver a irrumpir
Justamente, el otro ingrediente recesivo es la tendencia de los argentinos a dolarizar los portafolios. Si la salida de capitales “es como en 2008, habrá recesión”, explicó Spotorno y señaló que, para evitarlo, la fuga “debería caer a la mitad”.
Dal Poggetto no espera “escenarios disruptivos”, como una aceleración de la fuga de capitales, por eso su proyección de crecimiento es más optimista que el resto de sus colegas. Prevé una expansión de la economía del 1,5% para este año, tras una caída del 13% de las exportaciones y del 7,4% de las importaciones, para llegar a una balanza comercial de u$s8.600 millones, contra los u$s13.700 en los que cerró 2008).
Para evitar el refugio en el dólar y promover el consumo, las expectativas serán claves. La consultora Economía & Regiones anticipa un escenario de “recesión con estabilidad”, de “crecimiento cercano a cero”, porque –supone- que el Gobierno no encarará un plan integral para “dar vuelta” las expectativas negativas que imperan hoy sobre el devenir económico, pero modificará al menos la política fiscal por otra más contractiva.
Dólar
La trayectoria del tipo de cambio estará marcada por el año electoral. “En el primer trimestre del año, se moverá un poco para arriba, en función de los depósitos y reservas. En el previo a las elecciones, estará planchado. Después de de octubre, el ajuste será fuerte”, contó dal Pogetto, que espera que a fin de año el dólar cueste entre 3,98 y 4 pesos.
Para Spotorno, el dólar llegará en el último trimestre del año entre $3,70 y $4. Interpretó que “la gran corrección la querrá hacer ahora y a partir de marzo lo mantendrá estable hasta las elecciones”.
Desde septiembre, cuando estalló la crisis internacional, el dólar se devaluó un 15%, fuertemente manejado por el Banco Central y el poder de sus reservas, al trepar desde el piso de $3 a un rango de entre $3,45 y 3,50 pesos.
Navajas calculó que “el tipo de cambio se va a mover de una manera moderada por encima de inflación, que estima del 15%, siguiendo la tónica de lo que ha estado ocurriendo en los últimos 45 días, que ha estado oscilando pero ganando terreno”. Así, espera un dólar “más devaluado”, pero no producto de una devaluación muy pronunciada.
Coincidió la consultora Economía y Regiones, para quien el Banco Central continuará su actual política de administración del tipo de cambio y evitará que “salte de manera descontrolada”. Así, el año terminará con un dólar por debajo de los 4 pesos.
“Claramente pensamos que el tipo de cambio entre $3,45 y $3,50 no es el de equilibrio y que tendría que estar más cerca de $4, pero la cotización depende de lo que haga el Banco Central, que influye sobre el mercado”, concluyó Mauro.
Inflación
Aunque la mayoría de las mediciones de inflación del año pasado arrojaron un 22%, el panorama para este año es sensiblemente diferente, con un marcado freno en el alza de los precios minoristas.
MyS Consultores calcula un escenario base de inflación del 10% al que le suma tres puntos por una suba de tarifas y un punto por el efecto de la devaluación del dólar por arriba de los $4. En total, la inflación podría llegar al 15% este año.
Spotorno coincidió en que la inflación bajará al 15% -desde el 20% en que subieron los precios este año-, por la desaceleración de la demanda, que incluye el aumento de tarifas. Para el economista, habrá una merma fuerte de precios en algunos rubros no regulados que se verá compensada por el aumento de tarifas.
Para dal Pogetto, alcanzará el 12%. Estima que el precio de los bienes transables (de exportación y de importación) se “mantendrá estable”, de la mano de un aumento de salarios del orden del 16%. En tanto, “no hay margen para subir los precios de los transables porque, aunque se mueva el tipo de cambio local, los países vecinos ya devaluaron muy rápido.
Las mediciones privadas seguirán contrastando con las que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), virtualmente intervenido desde diciembre de 2007, cuyos relevamientos no arrojan más del 10% anual.
Medidas del Gobierno
Durante este año regirá la incertidumbre de cómo continua la crisis internacional. En el plano local, será un año político, porque “las elecciones definirán como va a jugar la política en los últimos años del gobierno”, dijo Dal Poggetto.
“Hay un intento de estabilizar fuertemente la macroeconomía por el lado del gasto público, de hacer política fiscal contracíclica, pero el problema argentino es que no tiene ahorro ni acceso a financiamiento internacional, y en la medida que toma decisiones sube la tasa”, agregó Dal Poggetto.
Las medidas incluyen subsidios (pagos por única vez a jubilados y perceptores de planes sociales), reducción de impuestos (eliminación de la “tablita” de reducción de las deducciones del impuesto a las Ganancias y reducción de alícuotas de retenciones al trigo y al maíz), impulso al crédito (préstamos subsidiados al consumo de electrodomésticos, autos, viviendas y Pyme) y un aumento de la obra pública.
Dal Poggeto espera que el impulso fiscal que encaró el Gobierno sea “positivo” porque, cree, “algo va a compensar” la desaceleración del gasto privado. De manera que el crecimiento será casi nulo.
Del gasto público neto de subsidios, la consultora Bein espera un alza del 28%. En tanto, el aumento en la obra pública en relación al año pasado ascenderá al 50%, en caso de que se efectivice.
En tanto, Spotorno cree que el gasto público crecerá un poco menos del 35% de este año. Pero que no servirá para compensar la caída del gasto privado, porque “es chico y el Gobierno no puede financiar un aumento del gasto público que compense al privado.”
En este contexto, Navajas estima que el programa de financiamiento “es manejable”. El Estado “no va a entrar en default”, porque se financiará con fondos del sector público y de las reservas del Banco Central.
MyS supone que, dado el nivel de compromisos de deuda en pesos que debe enfrentar el Estado, el superávit mínimo para cubrirlos deberá ser de $30 mil millones. Según estiman, como los ingresos no crecerán más del 13-15%, el gasto no podrá subir más que en esa proporción.
Para los vencimientos en dólares, la consultora estima que los u$s6.500 millones saldrán de las reservas del Central, dado que caerá el superávit comercial y aún cuando haya una menor dolarización de portafolios.
Si al agravamiento de la situación internacional se suman los ruidos políticos –por el año electoral- puede llevar a una mayor tendencia recesiva y a más problemas de salida de capitales y expectativas de devaluación, con la consiguiente corrida contra el dólar.
Fuente: http://economia.infobaeprofesional.com/
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