por danila
Admito que lo comencé a leer con la aprensión de que era un bestseller. Lo compré solamente como parte de la investigación para el libro que estoy escribiendo con landi. ¡Pero me sorprendió positivamente! Se trata de "Padre Rico, Padre Pobre" de Robert Kiyosaki, norteamericano que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo, incluyendo la Argentina. Hace un año y medio ya había agotado 100.000 ejemplares en nuestro país, segun este artículo publicado en Clarín.
Los consultores y gurúes yankees habitualmente pregonan que la empresa propia es el camino a la riqueza ("nadie se hace rico trabajando para otros"). Pero Kiyosaki dice:
"No alentaría a nadie a que comenzara su compañía a menos de que realmente quiera hacerlo. Sabiendo lo que sé sobre dirigir una compañía, no desearía esa tarea para nadie. Existen ocasiones en que las personas no pueden encontrar un empleo y en que fundar una compañía es una solución para ellos. Las probabilidades de éxito son reducidas: nueve de cada diez compañías fracasa en los primeros cinco años. De las que sobreviven los primeros cinco años, nueve de cada diez también fracasan más adelante. Por eso, sólo recomendaría que usted creara su compañía si realmente tiene deseo de poseerla."
Lo que recomienda Kiyosaki es hacer negocios, no montar una empresa. Es decir, no dejar que el dinero que ingresa a nuestro patrimonio, vuelva a salir. Al contrario, concentrarse en invertir cada dólar que se tiene y no caer en la trampa de ir aumentando el nivel de vida (y de gastos) en la medida en que aumentan los ingresos. Recomienda salir a buscar dinero pero no para montar una empresa sino para hacer que el dinero trabaje para uno. El dice que armó su fortuna de la nada, comprando propiedades por el valor del depósito inicial y revendiéndolas (las malas lenguas dicen que se hizo millonario gracias a los libros y que antes no tenía un mango...).
Hace unos años, un amigo de mi esposo estaba andando en bicicleta por San Pedro cuando se detuvo en la barranca que da sobre el río Paraná y vio que ahí había terrenos baldíos y casas precarias. Pensó: "¡Esta visa al río vale una fortuna!" Pero nadie todavía se había dado cuenta de lo mismo y el país recién comenzaba timidamente a recuperarse de la gran crísis de 2001. Por ese entonces, vivía todavía con sus padres y tenía unos ahorros de su trabajo. Compró un terreno. Hoy San Pedro está en medio de un boom inmobiliario, con los precios por las nubes. Hace poco pasamos un fin de semana en el nuevo hotel Howard Johnson Marina, digno de competir con cualquiera del Caribe. ¿Nuestro amigo? Vendió su terreno por cinco veces el valor al que lo compró. Esa es la forma, segun Kiyosaki, de hacerse rico.
Más allá de hacerse rico o no hacerse rico, creo que hay otro factor más a tener en cuenta: la relación de dependencia no se rompe con la empresa propia. Ayer hablaba por teléfono con un amigo que tiene su propio estudio profesional. Le va muy bien, pero trabaja como loco. Me dijo: "A veces me dan ganas de mandar los clientes a la mierda." Le pregunté si alguna vez lo hace y me dijo que no, pero que "al menos tengo la ilusión de que lo puedo hacer si quiero." ¡Es lo mismo que dicen quiénes trabajan para otros! Dicen: "Cualquier día de estos, renunció y me voy a la mierda."
Tener una empresa propia te genera dependencia con tus clientes y con tus empleados. No podés dejar de trabajar porque si lo hacés perdés tu reputación y nadie te volverá a contratar. No lo podés hacer porque no tendrás con que pagar los sueldos y los alquileres.
En este blog fomentamos a los emprendedores y a los hacedores; nos encantan las ideas innovadoras de negocios. Pero resulta sensato saber de ante mano en qué nos estamos metiendo y tener en cuenta que, si lo único que se pretende es hacer dinero, puede haber otros caminos. Si, en cambio, lo que se tiene es una idea por la cual se siente pasión, ganas de hacer una diferencia en el mundo, implementar un proyecto, etc., entonces sí puede ser que valga la pena asumir los obstáculos de la empresa propia para cosechar los frutos de la idea hecha realidad. Si te va bien, también podrás hacerte de unos buenos billetes.
Fuente: http://elgransalto.blogspot.com/
Admito que lo comencé a leer con la aprensión de que era un bestseller. Lo compré solamente como parte de la investigación para el libro que estoy escribiendo con landi. ¡Pero me sorprendió positivamente! Se trata de "Padre Rico, Padre Pobre" de Robert Kiyosaki, norteamericano que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo, incluyendo la Argentina. Hace un año y medio ya había agotado 100.000 ejemplares en nuestro país, segun este artículo publicado en Clarín.
Los consultores y gurúes yankees habitualmente pregonan que la empresa propia es el camino a la riqueza ("nadie se hace rico trabajando para otros"). Pero Kiyosaki dice:
"No alentaría a nadie a que comenzara su compañía a menos de que realmente quiera hacerlo. Sabiendo lo que sé sobre dirigir una compañía, no desearía esa tarea para nadie. Existen ocasiones en que las personas no pueden encontrar un empleo y en que fundar una compañía es una solución para ellos. Las probabilidades de éxito son reducidas: nueve de cada diez compañías fracasa en los primeros cinco años. De las que sobreviven los primeros cinco años, nueve de cada diez también fracasan más adelante. Por eso, sólo recomendaría que usted creara su compañía si realmente tiene deseo de poseerla."
Lo que recomienda Kiyosaki es hacer negocios, no montar una empresa. Es decir, no dejar que el dinero que ingresa a nuestro patrimonio, vuelva a salir. Al contrario, concentrarse en invertir cada dólar que se tiene y no caer en la trampa de ir aumentando el nivel de vida (y de gastos) en la medida en que aumentan los ingresos. Recomienda salir a buscar dinero pero no para montar una empresa sino para hacer que el dinero trabaje para uno. El dice que armó su fortuna de la nada, comprando propiedades por el valor del depósito inicial y revendiéndolas (las malas lenguas dicen que se hizo millonario gracias a los libros y que antes no tenía un mango...).
Hace unos años, un amigo de mi esposo estaba andando en bicicleta por San Pedro cuando se detuvo en la barranca que da sobre el río Paraná y vio que ahí había terrenos baldíos y casas precarias. Pensó: "¡Esta visa al río vale una fortuna!" Pero nadie todavía se había dado cuenta de lo mismo y el país recién comenzaba timidamente a recuperarse de la gran crísis de 2001. Por ese entonces, vivía todavía con sus padres y tenía unos ahorros de su trabajo. Compró un terreno. Hoy San Pedro está en medio de un boom inmobiliario, con los precios por las nubes. Hace poco pasamos un fin de semana en el nuevo hotel Howard Johnson Marina, digno de competir con cualquiera del Caribe. ¿Nuestro amigo? Vendió su terreno por cinco veces el valor al que lo compró. Esa es la forma, segun Kiyosaki, de hacerse rico.
Más allá de hacerse rico o no hacerse rico, creo que hay otro factor más a tener en cuenta: la relación de dependencia no se rompe con la empresa propia. Ayer hablaba por teléfono con un amigo que tiene su propio estudio profesional. Le va muy bien, pero trabaja como loco. Me dijo: "A veces me dan ganas de mandar los clientes a la mierda." Le pregunté si alguna vez lo hace y me dijo que no, pero que "al menos tengo la ilusión de que lo puedo hacer si quiero." ¡Es lo mismo que dicen quiénes trabajan para otros! Dicen: "Cualquier día de estos, renunció y me voy a la mierda."
Tener una empresa propia te genera dependencia con tus clientes y con tus empleados. No podés dejar de trabajar porque si lo hacés perdés tu reputación y nadie te volverá a contratar. No lo podés hacer porque no tendrás con que pagar los sueldos y los alquileres.
En este blog fomentamos a los emprendedores y a los hacedores; nos encantan las ideas innovadoras de negocios. Pero resulta sensato saber de ante mano en qué nos estamos metiendo y tener en cuenta que, si lo único que se pretende es hacer dinero, puede haber otros caminos. Si, en cambio, lo que se tiene es una idea por la cual se siente pasión, ganas de hacer una diferencia en el mundo, implementar un proyecto, etc., entonces sí puede ser que valga la pena asumir los obstáculos de la empresa propia para cosechar los frutos de la idea hecha realidad. Si te va bien, también podrás hacerte de unos buenos billetes.
Fuente: http://elgransalto.blogspot.com/
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