jueves, 1 de enero de 2009

“Sin crédito externo, el blanqueo de capitales resulta irrelevante”

El ex ministro criticó el fin de las AFJP y las medidas para frenar las importaciones. Alertó sobre un posible Rodrigazo y abogó por mayor independencia del Banco Central

El hombre que quería ser ministro, para ser Presidente, para ser Emperador de América. Así describió un ministro de Carlos Menem a Domingo Cavallo, su compañero en el Gabinete nacional. En la actualidad, el ex jefe de Economía pasa sus horas brindando conferencias en el exterior y su último libro, Estanflación, recopila sus críticas a la economía kirchnerista. En diálogo con El Cronista, Cavallo analizó el impacto de la crisis internacional y advirtió, fiel a su estilo controvertido, sobre el riesgo de un nuevo Rodrigazo si no se frena a tiempo la inflación.

—¿Cómo impactará la crisis internacional en el país?

—Más que en otros países de la región porque nosotros hicimos todo al revés. No permitimos que la moneda se aprecie cuando debía y ahora no podemos devaluar. No tenemos crédito y no se pueden aplicar políticas keynesianas de bajar impuestos y subir gastos. La única alternativa es emitir dinero, pero los pesos argentinos no los quiere nadie. Hay riesgo de un nuevo Rodrigazo por la inflación reprimida.

—Usted señala la importancia de obtener nuevos créditos pero la Argentina ya tiene dificultades para pagar su deuda el año próximo. ¿Se soluciona el problema con más endeudamiento?

—Una cosa es crédito y otra distinta es deuda. La deuda es lo que aparece cuando el crédito desaparece. Si uno es confiable, todos te ofrecen crédito. Estados Unidos tiene deuda. En Japón, la deuda equivale a 3 veces el Producto. Eso es posible porque son confiables. A nosotros no nos prestan porque no somos confiables.

—En los 90 éramos confiables y nos prestaban con tasas de hasta 12% anual.

—Ese crédito se necesitaba para crecer. Tener crédito es una virtud, brinda posibilidades. El problema es usar mal el crédito. Acá los bancos lo usaron para prestarle a los gobiernos provinciales a tasas altas y generaron activos tóxicos en el sistema financiero.

—El Gobierno intentó recuperar el crédito con el anuncio de pago al Club de París, pero los mercados no reaccionaron.

—Eso fue ridículo. Nadie que quiere recuperar el crédito hace un anuncio así. Un principio fundamental del buen deudor es cumplir el pari y passu, atender a todos por igual, y no hubo oferta para los holdouts. El crédito no va a volver si no cambia la actitud agresiva y descortés con los acreedores.

—Puede sonar agorero advertir sobre un nuevo Rodrigazo en una economía con superávit fiscal y comercial...

—¿Qué superávit fiscal? ¡Si hay déficit! Y será aún mucho mayor. El ahorro primario es de 3% del Producto, pero con los intereses de la deuda es de solo 1%. Si además se tienen en cuenta los fondos fiduciarios y el desequilibrio de las provincias, hay un claro déficit fiscal en alza.

—En su libro también advierte sobre las consecuencias de una suba de impuestos que sea recesiva. Pero en 2001 estableció el impuesto al cheque y recortó 13% los salarios ¿no cree que es contradictorio?

—El impuesto al cheque era a cuenta de IVA y Ganancias para que paguen los que evadían. Bajamos el gasto porque no teníamos forma de financiarlo. Hay que eliminar las retenciones, aun sin crédito es mejor eso y cuidar la competitividad real del sector privado, aunque se financie con emisión monetaria y genere inflación. Los impuestos distorsivos van a deteriorar la capacidad productividad y llevará años recuperarla. Yo no recomiendo políticas recesivas.

—No se me ocurre nada más recesivo que la Ley de Déficit Cero, cuando la gente no sabía cuánto cobraría al mes siguiente...

—Si, más recesivo fue lo que vino en 2002. Los salarios cayeron 30% con la devaluación. Y esa ley la aprobó el Congreso.

—Al igual que los superpoderes, y en su libro habla de respetar las instituciones.

—Los superpoderes están contemplados en la Constitución y eran sólo por dos años y para bajar impuestos, no para subirlos.

—¿A qué atribuye entonces la crisis de 2001?

—Fue una tormenta perfecta. Pero el radicalismo y el peronismo de Buenos Aires, Alfonsín y Duhalde, empujaron al gobierno de Fernando de la Rúa. Lo hicieron asociados a empresas muy endeudadas que querían licuar sus deudas con la devaluación.

Domingo Cavallo


Fuente: http://www.cronista.com/

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