Si se hace un repaso a lo ocurrido a lo largo del año, un factor común tanto en EE.UU. como en Europa y también en los países emergentes, fue la minimización constante de la crisis que desatada a mediados de julio de 2007.
La mayoría de las voces, tanto del gobierno como muchos analistas, presagiaba que:
- Las subprime se encapsularían en sí mismas,
- no se produciría un derrame más allá del sector financiero de los EE.UU.,
- sólo afectaría al sector inmobiliario de ese país,
- Europa estaba lo suficientemente fuerte como superarla sin mayores costos,
- funcionaría el “desacople” para los países emergentes,
- las materias primas seguirían subiendo, por la demanda creciente de China e India,
- EE.UU. no caería en recesión,
- Etc. etc.
Y así sucesivamente hasta que en septiembre el mundo literalmente se paralizó y se comenzó a reconocer que la crisis era mucho más profunda y grave de lo que se presumía.
Entonces lo que hasta ese momento era una presunción y para muchos un exceso de “mala onda” de parte de los economistas, se convirtió en una pavorosa realidad y el credit crunch se transformó en una profunda crisis financiera sólo comparable con los años de la Gran Depresión.
La difícil situación que ha vivido -y sigue viviendo- la economía estadounidense caló hondo en la confianza de los inversores y ha llevado a la Reserva Federal (FED) a instaurar una política monetaria mucho más laxa que le hizo mucho daño al billete verde durante la primera mitad de año, lo cual se constata al ver la evolución de su cotización.
Fue precisamente la preocupación por el futuro de la economía de EE.UU. el principal argumento que llevó al presidente de la FED a reducir las tasas de interés en forma permanente hasta abril, cuando la institución presidida por Ben Bernanke hizo un alto en el camino.
Pero esa baja de las tasas, que en ese momento llegó al 2%, no tuvo su contrapartida en el Banco Central Europeo (BCE), que lejos de seguir los pasos de su homólogo norteamericano, decidió subirlos al 4,25% en el mes de julio, por el miedo a un aumento desmesurado de la inflación.
En esos momentos, la política del banco europeo y de su director, Jean Claude Trichet tenía como principal objetivo mantener a raya la inflación. Esta profunda diferencia en las tasas de interés fue uno de los principales motivos que precipitó el hundimiento del billete verde.
Como consecuencia de ello, en julio se llegó al punto máximo del proceso de apreciación del euro frente al dólar que venía ocurriendo desde 2001, al cotizar a u$s1,60 por unidad.
A partir de ese momento, la relación entre ambas monedas comenzó a desandar el camino trazado en una forma mucho más abrupta que a lo largo del recorrido previo.
Tal es así que entre el valor máximo de julio y el punto de inflexión registrado a fines de octubre, cuando la divisa europea cotizaba a u$s 1,26 por unidad, el dólar se apreció un 27%, retrocediendo a niveles de abril del 2006.
El hecho de que el euro comenzara a descender no se produjo por la mejora de la economía de los Estados Unidos o por que sus consumidores recobraran la confianza, sino, en el peor de los escenarios, por el hundimiento acelerado de las economías europeas, que pronto entraron en recesión.
A medida que éstas empezaron a mostrar debilidad en sus cifras de producción y de nivel de empleo, la posición casi fundamentalista del BCE respecto de las tasas de interés, comenzó a resquebrajarse y ya en octubre se vio obligado abrir las puertas a sucesivas rebajas de las mismas.
El motivo dado por los 15 miembros del banco de la zona euro para tomar esa decisión fue el reconocimiento de que estaban entrando en su "primera recesión oficial".
Más acá en el tiempo, ya en noviembre se produjo una leve transición en la que la cotización no sufrió mayores cambios, pero en diciembre se registró una suba que llevó a la divisa de la eurozona a los u$s 1,40 actuales.
Agustín Cramo, economista especializado en mercados internacionales, le dijo a iProfesional.com que “si bien es innegable que el presidente del BCE ha hecho mucho para impulsar el euro como una alternativa creíble ante el dólar, también es cada vez más evidente que el BCE subestimó el tenor de la crisis financiera por mantener las tasas de interés demasiado altas durante mucho tiempo”.
Cramo agrega que “de hecho, la eurozona se encuentra ahora en una recesión técnica y enfrenta la más grave prueba de su corta historia, ya que el euro se introdujo a los mercados financieros mundiales en 1999”.
En medio de estas circunstancias, el mercado de divisas se despide del año con otro un hecho histórico. El pasado 16 de diciembre, la FED decidió apelar a la última bala que le quedaba en su revolver para inyectar liquidez directa al mercado y rebajó las tasas al 0%. Esto provocó una cierta recuperación del euro, que luego de Navidad cotiza en la zona de los 1,40 dólares.
Pero esta recuperación desde el mínimo de 1,26 puede dar lugar a un extenso debate, según los analistas.
El 2009 pondrá a prueba la fortaleza del dólar
Según algunos bancos de primer orden a nivel mundial, entre los que se encuentran UBS y Barclays Capital, la moneda única podría caer un 10% frente al dólar durante los tres primeros meses de 2009.
De acuerdo con la entidad suiza, el presidente del BCE, Jean Claude Trichet seguirá los pasos de Bernanke y llevará a cabo profundos recortes de tasas durante los seis primeros meses del año.
Además, la reciente recuperación de la moneda única es una importante desventaja para la eurozona, cuyos exportadores no se encuentran en buenas condiciones para competir en un mercado que atraviesa por uno de sus peores momentos.
"La economía europea se encuentra en una difícil situación para poder tratar con la reciente apreciación", ha explicado Steven Englander, estratega de Barclays a través de un informe.
Para Darío Epstein de Research for Traders, “en el mercado de divisas y en el corto plazo el dólar seguiría demandado por ser el refugio natural frente a la todavía elevada percepción de riesgo de los mercados”.
“Esta percepción se refuerza ante la inminente reducción de tasas de interés por parte del Banco Central Europeo, que se daría a partir de enero mismo. La reciente depreciación del dólar vista en diciembre no es sostenible en el largo plazo y generaría distorsiones que los demás países no están en condiciones de absorber, ya que la crisis se ha extendido”, concluye Epstein.
Fabián Belletieri, analista de un importante banco de inversión internacional, en diálogo con iProfesional.com considera que una vez transitado el primer trimestre del 2009, el dólar se depreciará frente al euro, “aunque en una forma mucho más gradual de lo observado desde que tocó el mínimo de 1,26 y con un techo hipotético de 1,60”.
Cramo le dijo a iProfesional.com que “siempre es difícil hacer previsiones de tipo de cambio, especialmente cuando el mercado de divisas es muy volátil. Aun así, puedo decir que el esperado deterioro de la economía de la eurozona en 2009, podría dar lugar a un cambio significativo de los diferenciales de tasas de interés en favor del dólar y mantener la relación euro / dólar bajo presión, aunque esto es válido sólo para los próximos meses, pues a partir del segundo semestre del 2009 podría invertirse la tendencia”.
“De hecho, los últimos datos económicos apuntan hacia el debilitamiento del crecimiento en la eurozona y una política monetaria más laxa de parte del Banco Central Europeo, más que necesaria para tratar que la caída se atenúe lo máximo posible”, agrega Cramo.
Para el más largo plazo, los economistas de las Naciones Unidas (ONU) advirtieron que la actual situación está impulsando el endeudamiento externo de Estados Unidos hacia máximos históricos, lo cual podría precipitar una caída del dólar una vez que acabe la crisis.
"Consecuentemente, el ajuste desordenado de los desequilibrios globales y un aterrizaje brusco del dólar siguen siendo grandes riesgos sobre la economía mundial, ya que una caída acelerada del dólar podría causar nuevas turbulencias en los mercados", señaló el informe.
"Los inversores reanudarían su búsqueda de activos seguros, aunque en ese momento se alejarían de los activos nominados en dólares, llevando a la economía estadounidense hacia un aterrizaje brusco y sumiendo a la economía mundial en una recesión más profunda", advirtió la ONU.
Belletieri coincide con esta postura, ya que en su visión "el endeudamiento gigantesco de EE.UU. va a terminar a la larga favoreciendo al euro".
“Hoy el bono del tesoro americano vale 0% por que nadie confía en nadie, pero cuando los bancos europeos vuelvan a ganar en confianza, algún euro se van a llevar y eso va a impulsar su precio”, agrega el mismo analista.
David Gloom, estratega de HSBC, apela a Winston Churchill y afirma que en estos momentos, "el euro es la peor forma de divisa, exceptuando al resto". El analista se sitúa entre los que vaticinan una fuerte caída del dólar a mediano plazo y añade un matiz curioso. Al final, todo se reduce a lo que resuelva Alemania.
Según Gloom, el peso de la economía germana es desproporcionado tanto en la política monetaria del BCE como en la política fiscal de la eurozona. En línea con Gloom, Belletieri recuerda la dureza aplicada por el banco central alemán, que hoy es el que también impone las condiciones en Europa, durante la reunificación de si país, cuando llevó la tasa de referencia – Lombard – a casi el 10% para evitar mayores costos en dicho proceso.
“La sobretasa de 270 puntos básicos de diferencia a favor de Europa es la justificación de la actual suba”, agrega Belletieri.
Pero en todo caso, para tener un diagnóstico más acabado sobre el futuro de esta lucha entre ambas monedas, habrá que esperar a que llegue el día 20 de enero, cuando asuma como presidente de los EE.UU. Barack Obama.
Será a partir de este “starting point” en que comience a jugarse un nuevo partido en el que la confianza desempeñará un rol central, con innegable influencia sobre las monedas.
Fuente:
Rubén Ramallo
©iProfesional.com
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