jueves, 15 de enero de 2009

Con un cachetazo al consumo, el ahorro vuelve a instalarse entre los argentinos


A pesar de que bajan las tasas de inflación, las expectativas negativas sobre la economía y el temor a perder el empleo consolidan un nuevo perfil de consumidor, más cauto y selectivo, que choca contra la estrategia del Gobierno que busca reactivar las compras de bienes durables


Puntos Importantes
Se estima que el consumo crecerá entre 1,5 y 3%. Menos de la mitad que en 2008.
La falta de expectativas positivas lleva a los consumidores a retraer el gasto y aumentar su ahorro
Esta variable fue uno de los pilares en que se sustentó el crecimiento en los últimos años, así que afectará el crecimiento futuro
A su vez, el éxito de los planes lanzados por el Gobierno depende de la confianza de los consumidores en el desempeño económico futuro

El 2008 finalizó con una guerra de ofertas y promociones sin precedentes para hacer frente a los efectos de la crisis y, de esta manera, evitar un descalabro del nivel ventas. Y el público respondió de manera positiva.

Sin embargo, este boom estacional -que se dio principalmente en los centros de compras-, no da señales de sostenerse como uno de los motores de la economía.

Por el contrario, según los especialistas, los consumidores argentinos ya consideran que 2009 es un año para ahorrar más que para gastar.

En efecto, a pesar de que el aumento de precios dejó de presionar los bolsillos como en la primera mitad del 2008, las expectativas negativas sobre la economía, explicadas por el temor de una caída en los ingresos del hogar y el peligro de quedarse sin trabajo, llevan a los argentinos a ser más cuidadosos con su bolsillo.

El tema es preocupante debido a que el consumo ha sido el gran impulsor de la economía argentina en los últimos años. Y, aunque el Gobierno ha lanzado una batería de medidas para estimular la compra de electrodomésticos y autos y favorecer el turismo local, los analistas privados estiman que el crecimiento será de entre 1,5 y 3%, es decir, menos de la mitad de 2008.

La locomotora se enfría
Según las proyecciones del Banco Francés, uno de los más activos en el otorgamiento de beneficios a través de tarjetas de crédito, el aumento del consumo privado se reducirá más de 5 puntos porcentuales respecto de lo registrado en 2008, desde 7,8 a 2,2%, “debido al importante deterioro de la confianza y a que la masa salarial exhibirá un crecimiento real levemente negativo, luego de la fuerte recuperación promedio en los últimos cinco años”.

A nivel global, es decir, al considerar los niveles de consumo público y privado, la consultora Ecolatina también es pesimista. Según sus cálculos, crecerá aproximadamente 1,5% este año, lo que significará una fuerte desaceleración respecto a 2007 (8%) y 2008 (5 por ciento).

Esta desaceleración no es un dato menor: entre 2003 y 2006 el consumo explicó, en promedio, cerca del 70% del crecimiento de la economía. A esto se agrega que, a partir de 2007, su incidencia comenzó a tener una mayor gravitación al superar el 80%, es decir, se convirtió en el motor clave de la economía argentina.

Sin embargo, la historia comenzó a cambiar con la desaceleración iniciada durante el conflicto con el campo, que se profundizó en noviembre tras la estatización de las AFJP. Así se explica cómo en diciembre los comercios tuvieron que recurrir a agresivos descuentos y promociones para liquidar los stocks acumulados y así evitar una fuerte caída en las fiestas.

El ahorro, respuesta a la crisis
El CEO de la consultora CCR, Guillermo Oliveto, explicó, en el 7° Encuentro de Consumo Masivo, que entre 2004 y 2007 el mercado crecía de manera homogénea. “Ahora comienza a descender, y de un modo totalmente selectivo y disperso. La gente, con dinero en la mano, pero con menos confianza y más incertidumbre, evalúa atentamente las posibilidades que tiene al alcance y luego decide con un creciente nivel de racionalismo y oportunismo”.

Lorenzo Sigaut, economista de Ecolatina, destacó que el crecimiento estimado dependerá en gran medida de la efectividad del gobierno para canalizar los recursos de la seguridad social (ex-AFJP) a la demanda. “Más allá de la inyección de liquidez, deberá revertir la desconfianza del consumidor para que éste vuelva a gastar”, advirtió.

Como contracara de la reducción del consumo, Sigaut previó que el ahorro crecerá. "En la medida que no se reviertan las expectativas la propensión a ahorrar será mayor y concentrada en el dólar”, dijo.

En este contexto de incertidumbre y creciente preocupación por las fuentes de trabajo, muchas familias decidieron acotar gastos, pero, además, se volcaron masivamente a la compra de dólares y, a pesar de las elevadas tasas que ofrecen los bancos, sacaron su dinero del sistema financiero. Así, la fuga de capitales del sector privado no financiero habría alcanzado los niveles de 2001, según calculó Ecolatina.

El titular de la Fundación Mercado, Dardo Ferrer, señaló que pese a existir perspectivas de ingreso estables, persiste un escenario de precaución donde el consumo se retrae y se trata de mantener el ahorro. La gente consume menos autos y electrodomésticos y retrasa las decisiones de comprar y construir viviendas, porque son decisiones de gasto significativas y las primeras que se consideran para morigerar el consumo.

“Será difícil, sin un planteo más específico en las políticas sectoriales, cambiar el escenario en el primer bimestre de 2009. A partir de allí, habrá que esperar cómo se comporta el nivel de empleo, la inflación y si se consolidan las expectativas negativas sobre el ritmo de la actividad”, dijo Ferrer.

El nuevo perfil del consumidor
Oliveto coincidió en que los consumidores continuarán restringiendo gastos mientras persista la desconfianza en el porvenir económico y el mercado laboral no dinamice las fuentes de ingresos.

Según una encuesta realizada por TNS Gallup y la Universidad Católica Argentina (UCA), entre 1.000 casos hace poco más de un mes, el 58% de los argentinos considera que la situación económica actual es mala. Y para los próximos seis meses, un 44% de los argentinos anticipa una situación peor a la actual, 20% esperan una mejora y tres de cada diez no prevé cambios.

Sin embargo, Oliveto observa que la gente aspira a resignar lo menos posible de la recuperación conseguida en los últimos años. Se trata de un consumidor que continúa teniendo dinero, pero que evalúa mucho mejor cómo y dónde gastarlo.

“Por ahora sus cambios emergen más como estrategias de “optimización” que de “recorte violento” o “abandono”. Se prefiere bajar la frecuencia de ciertas actividades, sin dejar de hacerlas, o utilizar todos los artilugios al alcance de la mano para obtener beneficios que mejoren el poder adquisitivo como, por ejemplo, descuentos por pago con tarjeta, aprovechar promociones, darse de baja y luego nuevamente de alta en ciertos servicios, o ajustar el plan de la prepaga”, dijo Oliveto.

Alineación a la izquierda

Hoy el consumidor recupera parte de las estrategias de utilizadas durante la crisis de 2001 y las mezcla con las que surgen de los consumos que incorporó y no pretende abandonar, como la banda ancha, o el celular.

De acuerdo con la encuesta de D´Alessio, el gasto de celular y de teléfono fijo mantiene el optimismo: hay una mayor propensión a continuar con su uso actual.

Y ante la necesidad de comenzar a reducir los niveles de gasto, ya sea por pérdida del poder adquisitivo, como por la sensación de que el año próximo será más difícil y peor que el actual, CCR constató que las familias protegen a toda costa:

  • La escuela privada, dado que la escuela pública se ve hoy muy deteriorada y hoy se la ve como una posibilidad de descenso social
  • La salud privada, porque la pública no brinda las respuestas esperadas y es un bien que garantiza no quedar fuera del sistema

Inflación
Un tema que ha impactado en la conducta de los consumidores en el último año fue la expectativa de tasas de inflación del orden del 30%.

Hasta la profundización de la crisis financiera y de la resonancia de los ruidos políticos locales, el alza de precios desaceleraba el crecimiento de las compras por la disminución del poder adquisitivo. Pero en los últimos meses, la inflación se ha bajado del pico al que escaló en la primera mitad del año pasado, hasta proyecciones del 15% anual.

Sin embargo, el menor nivel de suba de precios confirma la percepción de la gente de que la economía se está enfriando. Y la preocupación por una posible caída del nivel de ingresos explica la precaución de las familias para consumir.

Según la encuesta de CCR, un 39% de los argentinos espera que la situación económica de su hogar esté mucho mejor que la actual, en tanto, un 32% espera que se mantenga igual y un 21%, que esté peor. Hace cinco años, el escenario optimista era esperado por el 69%, en tanto, sólo el 8% era pesimista.


Así, los consumidores mantienen conductas defensivas contra este enemigo silencioso. Según lo relevado por CCR:

  • Para el sector económico bajo, la inflación impacta en sus productos de uso cotidiano, pero la percibe como un fenómeno acotado a la crisis del campo

  • Los sectores medio y alto vinculan la inflación al aumento de los servicios (el cable, el garage, los estacionamientos, los colegios, las obras sociales, los deportes, las salidas) y percibe que no se va a detener

Desempleo, la clave del pesimismo
En los últimos dos meses se han multiplicado las suspensiones de personal y los adelantos de vacaciones como preámbulo de una posible reducción de puestos de trabajo a partir de marzo. No hay nada que atente más contra el consumo que carecer de empleo. Si los consumidores temen ser despedidos, gastarán menos no importa si sus miedos luego se hacen realidad. A su vez, un menor gasto debilita la economía y el empleo futuro.

La preocupación de la gente fue reflejada por la encuesta hecha por Gallup y la UCA, donde más de la mitad de los entrevistados considera que hay pocos o muy pocos puestos de trabajo disponibles (56%). Y para los próximos seis meses, el 46% considera que habrá menos empleo; un 33%, que se mantendrá, y sólo un 15% espera una mejoría.

Falta de crédito
Para completar este panorama complejo, hay que analizar el futuro del financiamiento. En efecto, las altas tasas de interés y la falta de predisposición de los bancos a prestar en este contexto de incertidumbre, por un lado, y el temor de los consumidores a endeudarse ante un posible despido o caída del nivel de ingresos, por el otro, debilitan el uso del crédito que ha sido un facilitador del auge del consumo que se vivió en los últimos años.

Una encuesta realizada por la D´Alessio Irol arroja que, en los próximos tres meses, los consumidores serán más cuidadosos con las compras con tarjeta de crédito:

“Ante la desconfianza y la precaución, la gente trata de ahorrar y posterga las decisiones de consumo que pueden implicar deudas futuras. Si tiene efectivo, lo retiene y lo ahorra”, explicó Ferrer.

Medidas del Gobierno
En este contexto, mantener el empleo es el principal objetivo del Gobierno, luego de reconocer que la crisis financiera global también afecta la economía local. Por eso ha lanzado una serie de medidas para estimular el consumo de bienes durables y financiar el capital de trabajo de las Pyme y préstamos personales a los clientes bancarios con tarjeta de débito.

“Si las medidas anunciadas se instrumentan correctamente tendrán un impacto positivo sobre el consumo -previó Sigaut-. Sin embargo, éste será significativo únicamente si se recuperan las expectativas”. Para el economista, las facilidades de crédito para la compra de bienes durables pueden impulsar el gasto sólo si las personas perciben cierta estabilidad del empleo y del ingreso.

Para Ferrer, las medidas que implementó el Gobierno apoyaron la percepción de la gente de que las pautas de ingresos salariales iban a ser más bajas. Y al confirmar las expectativas, dejó de consumir. En tanto, la serie de medidas, anunciadas a lo largo del mes, no configuraron un shock de confianza.

Por eso Sigaut señaló que “si no se logra despejar la incertidumbre en los consumidores la problemática se retroalimenta y la efectividad de cualquier plan oficial puede sucumbir en el mismo punto de partida. Sin demanda, no hay producción y los problemas de empleo profundizan la incertidumbre”.

El impacto de la respuesta oficial en el primer trimestre de 2009 definirá la dinámica económica. Si no se revierten las expectativas, ganará el pesimista y la recesión será inminente. Dado que para el próximo año se espera una caída de las exportaciones, del orden del 3%, y del 2,5% en la inversión, Ecolatina calculó que el consumo deberá crecer al menos 1,4% en el año para evitar que la demanda agregada caiga.


Fuente: http://economia.infobaeprofesional.com/


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