domingo, 11 de enero de 2009

Lo que faltaba: ensaladilla rusa en el menú

Suena, como poco, a raro. En un par de días hemos pasado, por parte de nuestro presidente ZP, de una oposición frontal a Gazprom en su intento de entrar en Repsol a bendecir la llegada de la otra gran petrolera rusa.

Francisco Perarnau

Lukoil parece que tiene la puerta abierta de la primera petrolera española y el cuarto valor por capitalización de la bolsa nacional. ¿Por qué Lukoil sí y Gazprom, no? Según nuestro presidente, la gran diferencia es que la primera es una empresa privada y uno de sus accionistas de referencia es la estadounidense ConocoPhilips, la segunda mayor petrolera del mundo.

Todo apunta a que la maquinaria de Moncloa se ha puesto a trabajar y viene a la memoria todo lo sucedido hace apenas dos años con Endesa. ¿Acaso el Gobierno no hizo todo lo posible para que Endesa acabará en manos de la empresa pública italiana Enel, aunque, eso sí, compartida con la española Acciona, en vez de la privada E.On? ¿Por qué entonces este cambio ahora?

Quizás Gazprom nunca estuvo interesada en Repsol, porque posiblemente sabía de antemano que en la Unión Europea no iba autorizar ese operación. El Gobierno ruso controlaría la entrada de gas por el norte y por el sur del Viejo Continente. Parece que fue más una cortina de humo para decir ahora que el Gobierno ha dicho no a los malos, pero debe decir sí a los buenos, porque, al ser una empresa privada, “se juega en terreno de los mercados”.

Lo que está claro es que La Caixa (Criteria) y Sacyr, como es lógico, han ido a buscar al que puede pagar los precios a los que ellos quieren vender, que, desde luego, no son los poco más de 14 euros a los que cotiza la acción de la petrolera. Y está claro también que el Gobierno no puede permitirse que Sacyr acabe en el agujero, como otras empresas del sector, aunque sea sólo por no darle la razón a Álvarez Cascos. Su salvación, en buena parte, depende de lo que saque por su venta del 20% de Repsol. Y esto es lo único que le faltaba al mercado: poca transparencia cuando está en juego el mapa energético español y hay millones de accionistas jugándose sus ahorros por decisiones más políticas que empresariales.

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