martes, 23 de diciembre de 2008

La clase media se "confiesa" y dice cuánto necesita por mes para poder vivir


Una familia tipo requiere de un ingreso 10% superior, respecto al de hace seis meses, para mantener su nivel de vida. Busca enfrentar la crisis reduciendo compras y reemplaza algunos productos por otros más económicos. La cobertura de salud resulta prioritaria. El gasto familiar, rubro por rubro

Mientras el Gobierno instumenta préstamos por $13.200 millones para reactivar el consumo, la clase media -eslabón principal del crecimiento económico de los últimos años- puso en práctica nuevas modalidades y hábitos de compra, haciéndose eco de un escenario de crisis que golpeó de lleno en su bolsillo.


Hace varios meses que se bajó del boom del consumo, disminuyó los gastos en entretenimientos y en lugar de comprar lo que les gusta, ahora espera las promociones de los bancos y tarjetas de créditos. Sin embargo, cada vez necesita más dinero para vivir.

Esta retracción en el nivel de compras se evidencia en distintos indicadores e informes privados que además muestran una actitud más cautelosa a la hora de llenar el changuito en los supermercados:
  • Según una encuesta de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), el 75% de los comerciantes manifiesta que en noviembre sus ventas cayeron respecto al mismo mes del año anterior

  • Para la consultora CCR, la desaceleración del consumo es tan notable que pasó de un crecimiento de 9%, a principios de año, al 3% en los últimos meses.

Golpe a la clase media
Los cambios en la realidad política económica del país, que no escapa a la crisis global, obligó a que los consumidores de este segmento deban adaptarse rápidamente a un nuevo contexto, tras venir de varios años subidos a un tren de consumo del que ahora tienen que bajarse.

Un tren que supo ir a toda velocidad, motorizado fuertemente por el financiamiento del crédito por parte de bancos, retails y tarjetas de créditos. Y que ahora quiere reimpulsar el Gobierno a fuerza de préstamos baratos y beneficios fiscales.

Sin embargo, la mayor incertidumbre reinante, la caída en el nivel de expectativas, el miedo a perder el empleo y la percepción de que se avecinan tiempos difíciles hacen que resulte difícil para la clase media tomar la decisión de embarcarse en compras a largo plazo.

Y a la hora de tomar tal decisión, el incremento de precios de la canasta de consumo sigue siendo un fuerte condicionante. Si bien a partir de la segunda mitad del año comenzaron a moderar sus gastos, hoy necesitan un promedio de $8.143 para acceder a los mismos bienes y servicios que hace seis meses, cuando la cifra era de $7.537. En mayo de 2007 ascendía a $6.000, según datos de la consultora Ecolatina.


“En este caso se toma en cuenta una familia con dos hijos, en colegio privado, con un auto y el alquiler de la vivienda. Siempre tomando como base mayo del año pasado”, explicó Javier Paz, economista de la consultora.

Principales aumentos
El mayor impulso que ha sufrido el precio de la canasta de la clase media, a partir del segundo semestre del año, se dio en los meses de junio y julio. Luego, en algunos rubros específicos, los precios comenzaron a amesetarse hasta llegar a la inflación más baja, registrada en noviembre.

Entre los gastos se consideran desde los alimentos y la indumentaria hasta entretenimientos, medicina prepaga o educación, algunos segmentos de gran importancia para la clase media y que no se resigna a perder.

Según Jorge Todesca, director de Finsoport, la caída de precios más notable se da en el rubro alimentos. “En el último trimestre de 2008 la persistencia de menores tasas de crecimiento de los precios de los alimentos y bebidas (inferiores a 0,5%) robustece la hipótesis respecto de la desaceleración de la inflación doméstica sostenida”, comentó el economista.

Por otro lado, Todesca señaló que la tendencia obedece tanto a la pérdida de poder adquisitivo de la población, como a la caída de los precios internacionales de las materias primas alimenticias (resultado de la crisis financiera mundial).

De todos modos la categoría impacta en la evaluación de gastos de la familia con un incremento en la segunda parte del año menor a dos dígitos, que es similar al que sufrieron otros rubros como transporte y comunicaciones, indumentaria, esparcimiento y educación.

Los mayores aumentos se registran en vivienda y gastos para la salud, que superaron el 10% en el primer caso y 12% en el segundo.

Cambios en la composición de la canasta
Jose Luis Grandi,
director de la consultora Home Research, ratificó qua en un contexto de crisis las variaciones de consumo más notables se dan en la clase media. “Es el segmento que sufre los cambios más evidentes", comentó.

“Lo que se da en estos casos y hoy se vislumbra es un cambio en cuanto a la calidad de la conformación de la canasta”, explicó Grandi. En este sentido, manifestó que al hablar de consumo los bienes durables sienten el impacto más rápidamente, porque la compra de éstos se puede postergar, mientras que en los de consumo masivo los cambios de hábito tardan más tiempo en manifestarse, ya sea en un escenario positivo o negativo, porque se trata de alimentos o bebidas que son esenciales para la gente.

El director de Home Research también destacó que hay modificaciones en cuanto a la categoría de productos que la componen, donde la sofisticación pierde terreno. Y también en cuanto a las marcas dentro de algunas categorías de productos determinadas. En este sentido se distinguen dos tipo de acciones:

  • Generalmente los hogares comienzan eliminando algunas categorías de producto. Eso sucede con aquellos que, según el tipo de hogar, se consideran supefluos.
  • Y dentro de una misma categoría, empiezan a probarse los cambios de marca, eligiendo algunas de menor precio y también optando por tamaños más chicos

Por otro lado, según una investigación de Mc Cann Erickson, los rubros en los cuales se intenta hasta último momento no bajar gastos son salud y educación.

Guillermo Olivetto, de CCR, se refirió a los cambios de hábitos según las últimas tendencias de los consumidores, destacando que estos prefieren recurrir a beneficios de descuentos por pago con tarjeta o promociones; darse de baja y luego nuevamente de alta en algunos servicios; o ajustar el plan de la prepaga, pero no suspenderlos. “Bajan la frecuencia de ciertas compras o actividades, sin dejar de hacerlas”, comentó durante la presentación de la última investigación del consumidor.

Al mismo tiempo Olivetto señaló que la cobertura de la salud es una de los gastos que no resigna la clase media, acostumbrada a recibir una buena atención a pesar de los incrementos que sufrieron las prepagas en el último tiempo. Lo mismo sucede con la tecnología (Internet, telefonía celular), la educación y la salud.

Canasta oficial
Alejada del "set de artículos ideal" que desearía adquirir, los datos del Indec de noviembre ubican el precio de la canasta básica de alimentos para no ser pobre en 978 pesos.

El último mes los aumentos de precios oficiales se acercaron más al de las consultoras privadas. Mientras el Indec estimó una inflación de 0,3%, los economistas la estimaron entre un 0,5 y 0,7 por ciento.

Además, tanto desde las consultoras privadas como las fuentes del oficialismo concuerdan en que la suba de precios se desaceleró por el parate de la economía y el menor consumo que se viene registrando en la segunda parte del año.

Escenario crítico
El aumento de la canasta para la clase media, de 8% en seis meses, cambia la mirada de las empresas sobre los consumidores y las obliga a ser cada vez más exactas en lo que le ofrecen al cliente y como se lo ofrecen. “La gente espera resignar lo menos posible de la recuperación conseguida en los últimos años. Su conducta va más orientada a estrategias de “optimización” que de “abandono” de sus compras”, coincidieron los expertos.

Es por eso que las acciones de emergencias lanzadas por varias compañías, donde se ofrecen grandes promociones con tarjeta de crédito, son hoy una buena estrategia para asegurarse, por lo menos, liquidar el stock antes que finalice la temporada.

Heridas que no cierran
Según Grandi, cuando se producen estos cambios repentinos en el mercado, como pasó en 2001, el escenario nunca vuelve a ser el mismo.

Cuando hay una limitación económica y el consumidor se ve obligado a optar por otra categoría u otra marca, a veces encuentra valores que no había descubierto antes y los terminan eligiendo para siempre”, comentó.

Es decir, al probar el producto encuentra beneficios que a su juicio no compensan el mayor precio de una marca más cara. "Esto es un poco real y otro psicológico”, apuntò.

Mientras tanto, diciembre será un mes clave para entender hacia donde va el mercado, ya que los gastos tendrían que subir pero la situación crítica pone sus condicionantes.


Guillermina Fossati
© iProfesional.com


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